A través de los años de practica espiritual he aprendido como el camino espiritual es el camino del amor, es el camino de ser autentico con la verdad que encierra el corazón. Es ser autentico y sincero contigo mismo, ser capaz de reconocer tus emociones, tus miedos e inseguridades, ser lo suficientemente vulnerable para sentir tu dolor, al igual que reconocer la luz, alegría, amor y valentía espontánea del Ser que subyacen a este dolor y entender que todos estamos aquí para ayudarnos a vernos, a entendernos, a sanar y manifestar en esta vida el profundo anhelo que cada cual lleva por dentro. Cada uno es un espejo para el otro, un espejo que nos habla, que nos confronta, que nos rechaza, es indiferente y nos ama también, y es a través de esta multitud de espejos que encontramos en nuestra vida, que nos vamos entendiendo cada día mas y comprendiendo quienes somos, y que queremos ser, expresar y vivir en esta creación.
La práctica de meditación es para mí un catalizador de este
proceso, ya que te ayuda a verte, a reconocer todo aquello que piensas, dices y
haces. En meditación no te puedes engañar tan fácilmente, con argumentos llenos
de elocuencia pero impregnados de evasión, ya que la verdad está recogida fielmente por
tu mente y en el silencio de la meditación, eso es lo que ves, lo que cargas
por dentro. Nada se esconde de nuestra conciencia, tarde o temprano, ésta, te
revela todo lo que eres. A menudo no nos gusta lo que vemos, nos duele
reconocer nuestra sombra, nos duele tanto, que huimos del cojín, huimos de las
enseñanzas que nos pueden sanar, huimos de aquellos que nos quieren ayudar.
Pero tarde o temprano nos damos cuenta, que si no confrontamos nuestra sombra,
si no aceptamos y recibimos nuestro dolor, este va seguir acechándonos, con neurosis,
manías, prejuicios, aversiones y pare usted de contar! Pero si tenemos la
paciencia, constancia y perseverancia para sentarnos diariamente a hacer las
paces con nuestro mundo interior, entonces la Gracia Divina que emana de tu corazón
te apoya en la forma de paz, amor y fuerza interior para poder sanar las
heridas que llevamos de tiempos inmemorables. Poco a poco vamos liberando el
miedo, el rencor, la desidia, la rebeldía inconsciente, el auto-desprecio, y
vamos abriéndonos más y más al amor y paz que son las cualidades esenciales del
Ser interior que reside en el corazón.
Eso es lo que en yoga llamamos la purificación del corazón,
el corazón en esencia es pura luz pero como dice mi maestra, hemos creado una
costra de dolor alrededor de este, y no nos permite que podamos nutrirnos de su
luz cálida y sanadora. Para eso están las practicas espirituales, son las que
nos permiten poco a poco romper esa costra y así poco a poco, la luz va emergiendo,
y esta misma luz nos da más fuerza de voluntad para seguir el trabajo de transformación.
A medida que la luz crece en ti, tu propia luz ayuda a otros
a verse en el espejo de tu corazón y asi te conviertes en un sanador, tu amor,
compasión y empatía empiezan a resquebrajar la dureza en otros y de esta manera
los ayudas a contactar su propia luz, tú vas creando en tu propio mundo, una
silente revolución del corazón.